Autora: Lucía Barragán, Oficial de Desarrollo Institucional, Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB) |
Volví el sábado a la ciudad de México, luego de un viaje en donde nos reunimos cientos de mujeres. Algunas miles que somos no muchas, sino todo un caracol.[1] Un caracol de mujeres indígenas, blancas, negras, de pequeña estatura, de casi dos metros. Mujeres oprimidas, mujeres violentadas, mujeres solas, mujeres fuertes, mujeres risueñas, mujeres escondidas, mujeres en la sombra, mujeres acompañadas, mujeres con rabia. Mujeres con espíritu entusiasta, presente; de lucha, resistencia y coraje. Una, Josefa, con el pequeño Lugubardo. Josefa hablaba en castilla entrecortado mientras Lugubardo tiraba una piedra al piso y jugaba con una ramita de madera. Ella me dijo que recién es zapatista, me habló de los trabajos duros que implica, y también el campo. Me dijo cómo su hijo enfermó y cuando lo llevó al médico, éste le dijo que no tenía nada. Seguía así y cuando volvió a llevarlo y murió, solo le dijeron que ya se lo podía llevar. -¿Llevarlo a dónde, si quiero irme con él?. Recuerda que lloró y que su esposo se enojó con ella. Con Ella. Ahora, dos años después, me dijo que su corazón nuevamente está fuerte. Su voz y sus ojos lo decían tranquilamente. Sin embargo cuando la miré, sentí que sus lágrimas más bien habrían podido esconderse por ahí en algún lugar profundo y lejano. Un lugar que solo ella conoce.
También conocí a Daisy, una niña que juega basquetbol y que participa en un grupo con otras niñas, para conocer y defender sus derechos. Estaba allí Y conocí a Rocío, Fabiola, Lotzi, Nidia, Ara, Mayi…. Alegres, fuertes, sorprendidas, agradecidas, aventureras, hambrientas del Ahora. Jóvenes y mayores. La danza, la pedagogía, la administración, la pareja, las cactáceas, el taxi, lo nuevo, el romance, la independencia y libertad. Ver a todas, identificarme en tantas cosas con unas y con otras. Alegrarme y reflexionar por sus historias… Allí están. Aquí están ahora conmigo. Todo era fiesta, vendimia, la corre y corre para preparar la comida, las mantas, los arreglos finales para recibir a las muchas mujeres que estábamos reunidas en ese centro de la tierra que son el monte, el aire, el cielo, la madera, el humo, el día, el gallo. ¿Y qué hacíamos allí?
Cucharas, platos, vasos y también uniceles. Lo mismo galletas mexicanas que pan Bimbo que pan hecho en casa, que tortillas, que pollos desmembrados para cocer, que sopa de col, que huevo revuelto, que tamales y té de limón. Todo eso nos veíamos. Nos veíamos a nosotras dar, a nosotras recibir. Cuánto recibimos. Cuánto nos dieron. ¿Cuánto se-nos dieron? ¿Cuánto nos-les-dimos? ¿Qué es cuánto? Qué es Cómo nos Compartimos/Convivimos.
Este artículo es parte integrante del proyecto "Fortalecimiento de los servicios públicos de salud reproductiva dirigidos a mujeres y jóvenes indígenas en determinados estados de México", implementado por el Instituto Simone de Beauvoir y financiado por la Fundación Sociedad Abierta. Este proyecto tiene como objetivo concientizar a los gobiernos locales sobre su responsabilidad en mejorar los servicios de salud sexual y reproductiva, monitoreando la prestación de servicios públicos prestados a mujeres y jóvenes indígenas a nível estatal. Link de la página del proyecto apoyado por la Fundación Sociedade Abiert: http://ilsb.org.mx/embarazoenadolescentes/ |